Ya no es noticia que se abra un restaurant nuevo de sushi. Hoy con una carta universal saturada, absoluta falta de creatividad y hasta estandarización de la calidad y los sabores, son factores que conforman un panorama culinario que se rige hoy más por el mercado que por apuestas innovadoras, convirtiendo a este tipo de comida en un commodity más que en una atractiva alternativa, que era la tónica hace más de media década.

En este panorama llega Mi-O Sushi. Montado bajo la idea de proyectos similares que funcionan en Europa (Kiteki, Ginebra) y Japón (Shibuya, Tokio), el restaurant de propiedad de Alejandro Magnasco y otros socios, se caracteriza por dos cosas innovadoras: una cinta transportadora que muestra los platos preparados (más conocido como Sushi Train) y también la absoluta libertad de pedir lo que uno quiera, cosa que hoy por hoy no es posible en muchos restaurantes de sushi. Si no, vayan a cualquier Sushi House y pidan un “California Sake” con agregado de queso crema: imposible.

Ambiente: Bastante minimalista y excesivamente frío, lo que hace que sea poco acogedor, especialmente en días helados o bien en las oscuras noches de invierno. Las 12 mesas están ordenadas en paralelo entre ellas y perpendiculares a la cinta transportadora y si bien están bien dispuestas, los asientos no son lo suficientemente cómodos como para estar compartiendo con los amigos por mucho tiempo. Los cuadros modernos contrastan entre sí por lo que a frente al ojo crítico, más que armonizar, parece que pelearan uno contra otro por un lugar dentro del pequeño restaurant.

Carta: Variada por lo que se ve en la internet. La visita dijo otra cosa, ya que el menú está en remodelación, por lo mismo pudimos pedir lo que quisiéramos, ya que no había recomendaciones especiales. Esta parte quedará para una segunda visita.

El sushi y rolls: Sorprendentemente fresco. El arroz estaba cocido a su punto. No se notaba almidonado y al momento de probar los rolls, estaba compacto, como debe ser. Tal vez un poco más cocido de lo recomendable lo que lo tornaba un poco más pastoso y claramente, necesitaba más vinagre de arroz para profundizar el contraste de los sabores. Pero en general, bastante bien. El sashimi también mostró frescura a pesar de ser un día domingo a las 10 de la noche, momento en que los amoníacos abundan en los restaurantes de sushi. Un tema a destacar es que a pesar que la porción para una persona era de escuálidos 3 trozos, estos eran simétricos, del tamaño adecuado y del grosor correspondiente. Únicamente había visto este corte en restaurantes con más “tenedores”.

El sistema: Al principio resultó raro y hasta chocante. Los rolls se venden en porciones de cuatro piezas, los que se colocan en ridículos platos redondos de colores tapados con una cúpula transparente, que más que mostrar tradición oriental nos rememoran la cocina de la esposa de los Supersónicos. Pero a juicio de los encargados de Mi-O, esta es la clave del sistema: “en días de semana se colocan variados platos con colores diferentes para que las personas puedan comer la misma cantidad que acostumbran, pero con posibilidades de probar hasta 4 platos distintos”, me comenta uno de los encargados de local. Si lo vemos de esa forma, el sistema le da en con el “palo al gato”.

Bajo este sistema los platos se califican en los colores: celeste $ 900, violeta $1300, amarillo $1800, rojo $2300, verde $2700, plomo $3200. ¿En qué varía?: cantidad de ingredientes y calidad de los mismos. La conjugación es casi infinita.

Tragos: Nuevamente hacemos referencia a la carta en remodelación. Al momento de la visita sólo había una gran variedad de no alcohólicos (bebidas, agua mineral y jugos) gracias a una gran heladera propiedad de Coca-Cola. De los otros ni hablar, sólo vino blanco y cerveza. Creo que sería ideal probar con un buen bartender, eso podría amenizar un poco más el ambiente.

Atención: Cercana, amable, cordial y acogedora. Creo que es lo más importante y lo mejor de Mi-O y algo que si se mantiene y se potencia, claramente convertirá a este pequeño rincón minimalista de la comuna de Las Condes en un sitio habitual para muchos. A pesar que no existen (al momento de la visita) garzones para la atención, el chico de la caja mostró muchas ganas a pesar de su evidente cara de cansancio, y los encargados de la barra se vieron veloces, interesados en su trabajo y por sobre todo, de agradar a sus visitas de esa noche. Buen punto por aquello.

Resultado: En general una agradable experiencia. Faltan detalles por mejorar como la carta de sashimis: más disponibilidad de atún, pescados blancos y ojalá, la incorporación de algún bocado más profesional y de gourmet como el Hirame, para que exista una diferencia con los miles de sushi bar que pululan en Santiago. También notamos falta de postres (debe ser por el día y la hora… aunque ese detalle no exculpa), echar una nueva mirada para mejorar el aspecto excesivamente frío del local en la noche y tener una carta definida lo antes posible, ya que las transiciones como las que está pasando ahora Mi-O, pueden hacer que los comensales emigren a otras partes.

Claramente Mi-O entra en la competencia de los “buenos, bonitos y baratos” y creo que se merece una oportunidad para visitarlo unas 3 o 4 veces seguidas antes de tomar una decisión de marcar un asiento con tu nombre o bien volver a tu sushi bar habitual

Ficha:

Mi-O Restaurant (www.mi-o.cl)
Avenida Presidente Riesco 5335, Las Condes. Sector Oficinas Nueva Las Condes. Edificio Parque Araucano
Fono: 213 5023
Chef y jefe de la barra: Rodrigo Gatica
Horario: Lunes y martes de 12:30 a 15:30. Miércoles a domingo de 12.30 a 15.30 y de 20:00 a 23:00
Tipo comida: Sushi bar
Calificación de 1 a 5: 3 (bueno)
Precio promedio dos personas: Entre $ 5000 (US$ 9) a $ 12.000 (US$ 21)
Delivery: No
Reservas: Sí
Formas de pago: Todas
Descuentos: Hasta la fecha de publicación de esta nota, cuentan con un 25% para los clientes del Club Lectores de La Tercera. Para otros descuentos, recomendamos preguntar.

Fecha de la visita: 10 de mayo de 2009 a las 21.30 horas.

Nota: Fotos de referencia pertenecientes al sitio web de Mi-O